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viernes, 24 de septiembre de 2010

El Teatro Cuyás estrena temporada.




El Teatro Cuyás estrena temporada con el humor de Enrique Jardiel Poncela.

Fuente: Cabildo de Gran Canaria - Consejería de Cultura.

Madrid: primavera de 1880. Angelina, hija de don Marcial, el brigadier, se escapa con Germán el día de su petición de mano. Su padre y Rodolfo, el novio abandonado, les persiguen. Don Marcial se bate en duelo con Germán y le hiere, enterándose entonces de que su mujer, Marcela, le estaba engañando también con el mismo galán. El brigadier ve su honor mancillado y decide tomar medidas drásticas…

El Teatro Cuyás vuelve a alzar el telón con ‘Angelina o el honor de un brigadier’, una comedia del genial Enrique Jardiel Poncela que servirá, además, para dar el pistoletazo de inicio a una nueva temporada escénica en el recinto de la capital grancanaria. Chete Lera, Soledad Mallol Jacobo Dicenta y Soledad Lapausa encabezan el reparto de esta obra sobre el honor y las apariencias en situaciones en la que la infidelidad matrimonial planea sobre las buenas costumbres. El montaje, que se representará los días 1, 2 y 3 de octubre, cuenta con el atractivo añadido de la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente, un viejo conocido del Cuyás que, entre otras comparecencias, dejó en la isla una grata impresión con su versión futurista de ‘La vida es sueño’. Pero, en esta ocasión, toca risa. Los aficionados al teatro de Gran Canaria podrán disfrutar de uno de los textos más hilarantes de Jardiel Poncela, un autor que supo destripar a la perfección los convencionalismos de la acartonada sociedad española de principios del siglo XX sacando a relucir, a través de la ironía y la burla descarada, las miserias de la gente bien. “El humor de Jardiel Poncela ventila, airea, ilumina, hiere, purifica y es un gratificante distanciamiento para revisar los mitos y las grandes palabras, ya tan polvorientas, que durante siglos, guardadas en escapularios, fueron santo y seña de este pueblo y de su teatro”, señala el director.

Las entradas para disfrutar de esta reentré escénica ya están a la venta en las taquillas del Teatro Cuyás, a través de la página web de Cajatique (www.cajatique.com) y en el teléfono 902 405 504.

La crítica especializada ha sido generosa con esta revisión de uno de los textos fundamentales de la dramaturgia española de la primera mitad del siglo XX. Pérez de la Fuente, según señalan los cronistas, ha sabido exprimir el texto de Jardiel Poncela con una coreografía actoral de lujo en la que sobresale un Chete Lera magistral. El resultado es “una historia de cuernos, duelos y apariciones de ultratumba que no parece destinada a conmover los cimientos de la historia del teatro; pero es un Jardiel puro en el que Pérez de la Fuente se encuentra cómodo y a gusto”, ha señalado Javier Villán en ‘El Mundo’.

Según Pérez de la Fuente, ‘Angelina o el honor de un brigadier’, nace como propuesta artística de la necesidad de dar a conocer uno de los textos de Jardiel Poncela menos representados en nuestros días. ‘Angelina’ es también uno de las obras más delirantes y originales del dramaturgo madrileño, pionera dentro del teatro de humor en España, por sus aportaciones vanguardistas al lenguaje, su originalísimo concepto del humor, y la renovación en los comportamientos sociales de sus personajes. Sobre el telón de fondo de 1880 con sus duelos a pistola, sus damitas de salón, sus caballeros engominados, sus militares, sus batallas y todo el oropel que quedaba del Imperio, Jardiel va más lejos. Sabe que un tiempo nuevo llama a la puerta y con el mecanismo preciso de su humor explosivo se atreve a ofrecernos nuevos puntos de vista sobre el conflicto del varón burlado, el drama del donjuanismo o la incipiente emancipación de las mujeres. Una vuelta de tuerca magistral sobre la eterna lucha de contrarios: padres/hijos, marido/mujer, progreso/inmovilismo, tradición/vanguardia.

Una comedia holiwoodiense

‘Angelina o el honor de un brigadier’ fue también una de las muchas películas que la industria cinematográfica estadounidense filmó en español durante la década de los 30 para el público de habla hispana. La experiencia de Jardiel Poncela como guionista en la Meca del cine se remontaba a una serie de folletines mudos, por lo que adaptar a la gran pantalla su obra dramática fue todo un reto que, pese al verso, acabó de manera feliz.

Pese a este éxito en Estados Unidos, el dramaturgo centró su actividad creativa en España. Enrique Jardiel Poncela es uno de los principales nombres del teatro humorístico español. Infravalorado en su tiempo se mostró contrario a la escena cómica previa y desarrolló con ingenio un teatro basado en la lógica de lo inverosímil, con gusto por el absurdo, el sarcasmo y la ironía, y la creación de situaciones y personajes disparatados.

La crítica ha dicho:

Javier Vallejo (El País)
Si les gusta el humor jardielesco, lo encontrarán bien servido, especialmente en el duelo artístico y a pistola entre un Jacobo Dicenta sembrado y un Chete Lera que manda en el escenario sin imponerse a nadie. Luis Perezagua, gran actor de carácter, también está en el estilo justo, y la joven Carolina Lapausa le arranca paulatinamente momentos de brillante ingenuidad a su papel estelar.

Miguel Ayanz (La Razón)
Juan Carlos Pérez de la Fuente se ha embarcado en una de sus apuestas más personales. El que fuera director del CDN durante ocho años ha sabido entender que un gran montaje puede surgir de la más alegre y lúdica de las perspectivas. Su mirada es inteligente: primero por saber escoger y recuperar (la última versión de esta obra la firmó Pérez Puig en 1978). Segundo por entender que Jardiel, como Mihura o Muñoz Seca, tiene un público en el siglo XXI y que su humor, fresco y vigente, sólo necesita de una lectura acorde a los tiempos.

Javier Villán (El Mundo)
Este tono paródico que ridiculiza los dramones de honor y amor de Echegaray es lo que Pérez de la Fuente ha trabajado con mayor inteligencia y lo que con más claridad transmiten los intérpretes. Es el meollo de la cuestión: parodia sutil e interpretación estilizada en un tono gratamente homogéneo. Naturalmente se nota la calidad individual de algunos; por ejemplo, Chete Lera muy medido en el Brigadier: cornudo como esposo y ofendido como padre. O Jacobo Dicenta, el fogoso y atormentado amante a dos bandas.

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