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miércoles, 20 de enero de 2010

El Gabinete Literario acoge la exposición 'De alquiler en alquiler', de Santiago Palenzuela


Una de las obras que se exhiben en la muestra

El Gabinete Literario acoge la exposición 'De alquiler en alquiler', de Santiago Palenzuela.


Gobierno de Canarias. Consejería de Cultura.

El Gobierno de Canarias, a través de su Viceconsejería de Cultura, inaugura mañana jueves, 21 de enero, en el Gabinete Literario, en Las Palmas de Gran Canaria, la exposición De alquiler en alquiler, del artista canario residente en Madrid Santiago Palenzuela. El acto tendrá lugar a las 20.30 horas en la sala de exposiciones del mencionado espacio. La exposición permanecerá abierta al público hasta el 25 de febrero. De alquiler en alquiler se compone de un conjunto de piezas que componen una trama geométrica en papel pintado con aspiraciones psicodélicas, en tonos ocres y amarillos de los años 70, vestigio de los anteriores inquilinos que habitaron en las múltiples residencias del autor. Además de la pintura sobre papel, Palenzuela utiliza objetos, esculturas pintadas e incluso fotografías que recrean, desde una realidad múltiple los espacios en los que ha vivido el autor, desde el punto de vista de lo cotidiano, retratado no sólo espacios y vacíos, sino el retrato del gesto. La pintura densa de Santiago Palenzuela ha tendido desde hace años a concentrarse en el interior de los espacios vividos: una manera como otra de mirar hacia dentro, de extraer relatos y sensaciones de lo más inmediato. Quizás porque allí se condensa mejor la experiencia vivida, y el intento por ensayar ese acercamiento imposible encuentra un camino más claro. Palenzuela se decanta por los pequeños cuadros. Representan espacios interiores de la casa-estudio o retratos de amigos. Las habitaciones se repiten en fragmentos diminutos. Multiplican el espacio como fragmentos de espejos, inquietantes. La práctica del cuadro pequeño, en una época proclive a valorar por encima de los contenidos los grandes formatos como un modo de subrayar lo espectacular, denota más allá de un espíritu de resistencia, la voluntad de plantear la pintura como un cuaderno de viaje, como un itinerario vital en el que las sensaciones deben ser condensadas y sintetizadas rápidamente. Los pequeños lienzos agrupados o diseminados en la pared configuran constelaciones de memoria, crean ambientes que se acercan más a una idea de instalación que a la visualidad lineal de una serie. Al ocupar la pared los cuadros se despliegan como un álbum de fotos, en el que lo importante no son tanto las imágenes individuales, como la tensión que entre todas establecen, en un intento por captar la sensación de un tiempo fugaz y hacerlo permanecer frágil, impreciso. Los retratos, elaborados bajo el influjo del jazz en numerosos casos, tienden a presentarse casi siempre como bocetos, ejecutados con energía y cargados de expresividad, como intentos de aproximación a una realidad representativa inaprensible. Es como si el pintor tuviera la certeza de que pintar no conduce nunca a resultados concluyentes. Permite acercarse levemente a las cosas y a las personas, pero sin poder dar cuenta de la totalidad de sus facetas o de la complejidad que encierra la realidad. En la serie de retratos titulada Estudio para el retrato de Luis Feria (2000) repite el mismo retrato, desde ideas, tiempos y encuadres diferentes, en un intento de abocetar permanentemente sin llegar a concluir. La serie permanece en el estadio de boceto o de estudio, para mostrar cómo el retrato no puede ser otra cosa que un ensayo de aproximación. No es tanto la variedad de registros como la repetición de lo mismo lo que ofrece las pruebas de que el retrato ha quedado fijado en la imposibilidad del propio proyecto. En uno de los lienzos de la serie, aparecen sin más, las fotos pinchadas sobre un corcho en el estudio con chinchetas, como materiales documentales que proponen un acercamiento al retrato. Ese fragmento del estudio aparece como una modalidad de retrato más. Palenzuela capta los gestos de los rostros y los dimensiona. La sensibilidad de la imposibilidad aparece de un modo muy paralelo en la serie de cabezas, que son pinturas, esculturas y objetos a la vez. Realizadas con objetos de deshecho que funcionan como soportes, y a los que se envuelve en tiras de lienzo para luego sobre ellas aplicar abundante masa pictórica, mantienen la tensión expresiva de los retratos-bocetos-estudios en lienzo. Sin embargo profundizan de otra manera en las calidades que da la distorsión y vuelven a abordar el plano de la aproximación a la realidad, desde todo lo que añade la tridimensionalidad en su capacidad de multiplicar los puntos de vista. Esa fractura profunda es la que parece dar un sentido a su pintura, y de ahí la repetición de los mismos lugares en sus cuadros, desde ángulos levemente diferentes o con luces cambiadas. De ese modo su pintura se convierte en un viaje del que quedan fuera del encuadre los exteriores, y se hilvana un alquiler con otro alquiler, junto con retratos de esos compañeros de viaje imprescindibles que son los amigos. A través de la pintura aflora un fluido poema de direcciones postales, que son también puntos de encuentro, situaciones vitales o el lugar donde se posa la memoria de lo vivido: la casa de la playa, Palma 14, Emilio Calzadilla 28, Manuel Verdugo 25 (en Santa Cruz de Tenerife), Mesón de Paredes 19 y Augusto Figueroa 21 en Madrid. La propia pintura, densa, en capas, se acumula sobre los lienzos en pinceladas cargadas de óleo, como una metáfora de lo vivido. Andrés Isaac Santana ha dicho de Santiago Palenzuela que es uno de esos artistas que no te dejan indiferente: "es de esos artistas a los que resulta imposible no prestar atención, ya sea por exceso o por la irracionalidad de un verbo que se traduce en chistes a veces imposibles de seguir según la norma de comprensión más común entre los mortales. Anárquico, ruidoso, enfático y a ratos con una dosis de prepotencia alegre, se presenta ante uno sin en el menor pudor o culpabilidad patológica. Él es así, y su pintura, por fuerza mayor de las conexiones y de las cópulas, no es sino un correlato maravilloso de ese mundo personal altisonante y estridente".


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