PIEDAD.
Un artículo de Elisa Rodríguez Court.
Son hombres heridos y mujeres heridas, Piedad. Seres de todas las edades que llevan dos años poblando de nombres el silencio y cuya carne apenas recuerda que tuvo fuerza alguna vez. Demasiado breve el tiempo transcurrido desde el accidente de Spanair como para alcanzar a sanar las llagas y secar las lágrimas por las pérdidas de los seres queridos. Y ahora Telecinco anuncia una película sobre la tragedia, profanando el dolor de familiares y amigos, Piedad.
¿Acaso quieren seguir matando a los muertos? ¿Acaso no escuchan su imperceptible susurro? No hacen más ruido que el crecer de la hierba. Feliz donde no pasan focos ni micrófonos y con el amor como garantía de la especie.
Piedad del tiempo, Piedad. Dos años apenas han dado para encontrar un nuevo rincón donde vivan, ardiendo, los recuerdos. Tiempo precario en esa búsqueda de luz que darle nuevamente a los ojos. Porque tampoco consuela saber que siempre se está de paso, que partir es la meta, que somos recuerdos y sueños. Humo.
¿Dónde está la normativa que respete el dolor de los vivos y la voz muda de los muertos? Telecinco la infringe, aunque tal ley brille por su ausencia. Añade luz que hiere a la luz que ya duele, Piedad. Manosea el dolor, llevándolo a la pantalla, y de esta al plató, haciéndolo aterrizar en sus bolsillos. Pura codicia elaborada de morbosidad y de monedas de oro. Abundante, inagotable.
Telecinco ha anunciado que la película sobre el accidente de Spanair en Barajas estará basada “en hechos reales”. A la vez ha explicado que en dos capítulos "mostrará una historia que podría extrapolarse a cualquier accidente de aviación". ¿En qué quedamos? Nada mejor para multiplicar la audiencia y los colosales beneficios económicos que duplicar obscenamente la violencia del sufrimiento, la angustia y las imágenes más dolorosas de la memoria, ay, Piedad.
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