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miércoles, 16 de junio de 2010

EL QUINQUÉ. Elisa Rodríguez Court . EL BURKA




EL QUINQUÉ.
Elisa Rodríguez Court .
EL BURKA

Reconozco que la prohibición del velo integral en las dependencias públicas, por ahora aprobada en dos municipios de Cataluña, es un tema espinoso. Sin embargo, parece que en el debate nada casa. Los que ejercen directa o indirectamente el maltrato sobre las mujeres musulmanas, defienden, paradójicamente, la libertad de estas en el uso del velo integral. A la vez, reclaman este atuendo por imperativo de su religión. Pegan y maltratan a sus mujeres y, al mismo tiempo, consideran la prohibición del velo integral como un atentado a la libertad de “sus señoras”, en el sentido literal de la palabra: mujeres a las que poseen, humillan, vejan y roban su dignidad. La mejor forma: encerrándolas bajo llave en casa y en el interior de una cárcel portátil, hecha de tela, en la calle.
El velo integral no es un mero pañuelo en la cabeza. Es el burka y el niqab, un vestido igual que el primero pero con los ojos al descubierto. Claro que no es cuestión de debatir hasta dónde se permite a las mujeres taparse. Es plantear cómo se traduce en tela toda la sangre femenina derramada, la violencia, la subyugación, el sufrimiento.
Tampoco casa que sean los xenófobos quienes más apoyen la prohibición del velo integral en aras de la libertad.
El velo integral es un iceberg del que se cuenta antes la parte visible que la sumergida. Hasta donde llegan mis planteamientos al respecto defiendo la convivencia de las distintas culturas siempre y cuando no se sostenga sobre la desigualdad sexual. No sé si variaría mi opinión en caso de que algún día los hombres reivindicaran el velo también para ellos. Como primer paso propongo que las mujeres descubran sus rostros y muestren en carne que “lo más profundo es la piel”, tal y como apuntó Paul Valéry.

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