recent posts comments tab

jueves, 2 de junio de 2011

Exposiciones - "Colón y los olvidados" en la Sala Lola Massieu de Santa Brígida.

Exposiciones - "Colón y los olvidados" en la Sala Lola Massieu de Santa Brígida.

Fuente: Cabildo de Gran Canaria

El día 3 de junio será inaugurada a las 22.00 horas en la Sala de Exposiciones Lola Massieu de Santa Brígida, la muestra de pintura “Colón y los olvidados”, del pintor Jesús Arencibia (1911-1993). La exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 24 de junio, forma parte del circuito itinerante por los municipios de la Isla impulsado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural del Cabildo grancanario, bajo la denominación “Diálogo desde las artes” que coordina el Centro de Artes Plásticas del citado Cabildo.

Colón y los Olvidados se compone de 86 retratos imaginados. Personajes cotidianos, amigos y la propia mirada sirven para poner rostro a aquellos desconocidos que, acompañando a Colón en 1492, expandieron las fronteras del mundo conocido. Arencibia otorga nombre y rostro a cada uno de los que hicieron posible la travesía, desde el escalafón más bajo al propio Almirante. Para el pintor todos son iguales, todos son imprescindibles, todos realizan una función a bordo y sobre todo… son los olvidados que hicieron posible uno de los viajes más importantes en la historia de la humanidad. Esta serie fue donada por el autor a la Casa de Colón.

La muestra puede ser visitada de lunes a viernes, de 9.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 20.00 horas. La sala de exposiciones Lola Massieu permanece cerrada los sábados, domingos y festivos.

Para comprender el imaginario de Jesús Arencibia, consideramos necesario realizar un breve recorrido por su amplia trayectoria. No obstante, la exposición centra la mirada en Colón y los Olvidados (1992), última serie que pintó. Dos excepciones ayudan a percibir la evolución plástica del autor, el Pescador de 1954 y Trento de 1969.

Jesús Arencibia nace en 1911 en la localidad grancanaria de Tamaraceite, en el seno de una familia acomodada que favoreció sus inquietudes artísticas. Su primera obra con una cierta solidez plástica se remonta a los inicios de 1930, momento en el ingresa en la Escuela de Artes Decorativas Luján Pérez. En estos inicios su pintura aparece claramente influenciada por el mundo Impresionista de Nicolás Massieu y Matos, lo cual no pasa desapercibido en sus paisajes de Tamaraceite. En ellos la luz es atrapada con pinceladas cortas y matéricas, desdibujadas en aras de una fusión de conjunto. Se perciben las formas del lenguaje impresionista en la carga del color que hace desvanecer el dibujo, el detalle se pierde en favor de la emoción, la percepción del instante.

La búsqueda de un lenguaje propio, en los inicios de 1930, habrá igualmente que vincularla al entorno de otros artistas del momento, como Felo Monzón o Plácido Fleitas; nos referimos en esta ocasión a sus acuarelas de 1933. Esta serie aparece poblada de personajes rurales, donde destacan sus mujeres con mantilla. Se trata de actores inermes, de rasgos pronunciados y representación esquemática; los fondos apenas insinuados son paisajes inexistentes. Los personajes se nos muestran hieráticos e inexpresivos en un entorno que denota hostilidad, con un sabor agridulce acentuado por encuadres forzados que cercenan los primeros planos.

En 1937 entra en el ejército y es destinado a la Península. Ello supondrá un punto de inflexión en su incipiente obra, dado que le permite entrar en contacto con pintura de Zurbarán y el Barroco extremeño, que le impresionarán profundamente.

En 1941 recibe una beca del Cabildo de Gran Canaria para cursar estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. En este período entra en contacto con la pintura mural y al fresco, técnica a la que quedará vinculado en más de una docena de proyectos, como la decoración del Salón de Sesiones del Cabildo de Gran Canaria, el Hotel Fataga y numerosas iglesias, entre ellas la de su localidad, Tamaraceite.

De la década de 1950 hasta su fallecimiento en 1993, Arencibia continúa su evolución plástica. En los inicios de esta etapa su dibujo es sólido, con colores planos que prefiguran personajes estilizados en forzadas posturas. Posteriormente hacia la década de 1970, su obra queda más marcada por el color, no tanto por la variedad cromática cuanto por el uso del mismo como vehículo expresivo. Su paleta se torna dura, triste inundada por los colores violáceos, los azules aplomados de gris, los pardos, tierras y negros. Su pincelada se amplía y contrasta, vaciándose de materia y dejando a veces el lienzo descarnado. Todo ello confiere a estas obras un acentuado tono dramático nada complaciente, como podemos comprobar en su última gran serie, Colón y los Olvidados, realizada en 1992 con motivo de la celebración del V Centenario del Primer Viaje Colombino que cruzó el Atlántico.

0 comentarios:

Publicar un comentario