recent posts comments tab

miércoles, 22 de junio de 2011

Colaboradores - El Quinqué por Elisa R. Court.

Colaboradores - El Quinqué por Elisa R. Court.

A CADA CUAL SU PROPIA MUERTE
He contemplado la escena en la televisión y me parece una imagen desgarradora: la glacial indiferencia de Nouzielles, superiora del prestigioso profesor asociado Antonio Calvo, ante la muerte de este, su subordinado. Una crónica escueta para quienes no estén al tanto: Al día siguiente de ser despedido Antonio Calvo de la célebre universidad de Princeton, apareció su cuerpo sin vida en su apartamento. Se habla de suicidio y quienes lo conocieron bien señalan su despido como motivo para quitarse la vida. Profesor de Lengua Española en esta universidad, recibió en abril una carta, enviada por la directora de su departamento, la doctora Nouzielles, en la que le notificaba su repentina suspensión por haber quebrantado normas de la universidad. Aún al día de hoy no se han dado explicaciones sobre la supuesta falta grave cometida por Calvo, profesor muy querido y valorado. De ahí que se alcen voces que cuestionan la procedencia del despido por parte de esta universidad elitista y con un sistema competitivo bajo el que, además, los profesionales evaluadores de los profesores contratados no son evaluados.

En su última visita a España, en un acto transmitido por televisión, Nouzielles fue increpada por no haber aportado los motivos de la suspensión de empleo de Calvo. Se hizo un silencio que me pareció muy largo, mientras Nouzielles torcía el gesto y miraba con parsimonia al suelo. Con la misma, miró al frente y se limitó a decir con marcada indiferencia que aquel no era lugar para hablar de ese tema. Al poco, se levantó y desapareció del escenario, no sin antes haber escuchado las palabras: “¡Justicia para el profesor Calvo!”

Esta imagen me llevó a pensar que la responsabilidad de un acto, como es el inexplicable despido de este profesor, no expira cuando provoca como efecto otro acto: el suicidio de Calvo. Entonces recordé las palabras del poeta Rilke: “Cada uno muere de su propia muerte”, entristecida aún más porque la vida de Antonio Calvo posiblemente la truncara una maquinaria brutalmente inhumana y burocrática. 

0 comentarios:

Publicar un comentario