Elisa Rodríguez Court |
EL QUINQUÉ
Elisa Rodríguez Court
UN FANTASMA
Extiende su cuerpo en el agua. Comienza a mover las piernas y, a su manera, a dar brazadas. Se gira y busca, de nuevo, la mirada de su madre. Esta eleva el brazo y alza el pulgar en señal de aplauso. La niña alcanza el otro extremo de la piscina. Se agarra a uno de los barrotes por encima de la superficie líquida, mostrando su cuerpo de cintura para arriba. Se deja caer en el agua y emprende su travesía de vuelta. Parece más segura. Avanza y avanza, con la cara levantada. Se detiene y gira varias veces sobre sí misma, coqueta y divertida. De pronto, hunde por un momento sus ojos en el agua y en seguida alza con violencia la cabeza. Se retuerce y grita. Implora auxilio. Llora. La madre se asusta, corre hasta el borde de la piscina, pero, tras sopesar la situación, no aprecia peligro alguno. Intenta tranquilizar a su hija, que ya ha alcanzado la escalerilla. La abraza. “¡Una mancha, mami, una mancha!”, exclama la niña entre lágrimas. La madre descifra e intenta calmar con palabras el miedo de su hija. Finalmente concluye: “Así que no temas, no es una mancha, sino un dibujo lo que hay en el fondo de la piscina.”
A la semana siguiente vuelven a la piscina. La niña, contenta, se zambulle sola en el agua y se mueve a su libre capricho. Al cabo, se le oye gritar, excitada. Estalla en un llanto imparable e, implorando el socorro de su madre, exclama con rostro desencajado: “¡Un dibujo, mami, un dibujo!”
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