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viernes, 23 de abril de 2010

Pablo Ventura toma el Teatro Cuyás para mostrar su particular fusión de danza y últimas tecnologías en la obra “2047”.




Pablo Ventura toma el Teatro Cuyás para mostrar su particular fusión de danza y últimas tecnologías en la obra “2047”.

El sábado 24 de abril a las 20,30 horas.

Fuente: Cabildo de Gran Canaria

Maquinización, frialdad, ausencia de emociones, movimiento automático… Este es el concepto del que parte ‘2047’, el nuevo montaje del coreógrafo canario Pablo Ventura que se estrena en España este sábado en un único pase, en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria. Esta nueva apuesta visual, sonora y dancística, que se enmarca dentro del amplio programa de actividades de ‘Abril en Danza’ de Teatros del Cabildo nos adentra en el seno de un tren futurista en un viaje en el que “azafatas androides atienden a los pasajeros en una metáfora de la sociedad actual y su dependencia de la tecnología”. Este canario que triunfa en los mejores escenarios europeos se inspiró en la obra cinematográfica del director chino Won Kar Wai ‘2046’ tomando como base de esta “historia” un fragmento del film en el que se plantea este viaje futurista. “Aquello no era más que una pequeña escena de no más de 10 minutos, pero ese universo de máquinas desprovistas de emociones que intentan parecerse a los humanos bien merece una reflexión mayor. Y ahora es este espectáculo de una hora de duración”, explicó Ventura en su encuentro con los medios de comunicación. Las entradas para disfrutar de este montaje ya están a la venta en las taquillas del Teatro Cuyás, en la página web de Cajatique (www.cajatique.com) y en el teléfono 902 405 504.

Una doble satisfacción para Teatros del Cabildo. Luz Caballero, consejera de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural del Cabildo de Gran Canaria destacó que Ventura es un buen ejemplo de “la proyección del talento que Canarias puede exportar a cualquier parte del mundo” y señaló que “este tipo de propuestas que apuestan por nuevos formatos y lenguajes son una buena forma de acercar la danza actual a sectores que tradicionalmente no acuden a este tipo de espectáculos”. Caballero añadió que las actividades de ‘Abril en Danza’ continuarán con la presencia de la compañía brasileña Quasar en el Cuyás y la celebración del festival ‘A ras de suelo’.

Unión de tecnología y movimiento. ‘2047’ supone una buena oportunidad para explorar las posibilidades que ofrece el maridaje del movimiento y el uso de las nuevas tecnologías. “Utilizamos el video y el software como parte integral del espectáculo”, comentó Ventura, quien señaló que más allá de la sincronía entre las imágenes y los movimientos de los seis bailarines que evolucionarán sobre las tablas del Cuyás, “contamos con programas que permiten la interacción entre los intérpretes y algunas capas sonoras que forman parte del espectáculo”. El movimiento de los bailarines influirá en el desarrollo del montaje audiovisual, un alarde de técnica que ha contado con la participación de los artistas multimedia Christian Ziegler y Daniel Bisig.

Pero más allá de la utilización de estas nuevas técnicas de expresión audiovisual, lo que cuenta “es la historia”. “El uso de la tecnología es una herramienta expresiva más; pero no la más importante. Hablamos de máquinas, pero siempre hay un hombre detrás de esas máquinas; hay creatividad que, en este caso, se traslada a partir del virtuosismo de los bailarines. Nuestra intención es emocionar al público; crear ese clima de automatización a través de la abstracción de los movimientos”, comentó Ventura.

Para conseguir convertir el escenario del Cuyás en ese tren del futuro “se han sincronizado el sonido, la imagen y el movimiento como si todo fuera la maquinaria de un reloj suizo”, destacó. En lo que se refiere a las actuaciones de los bailarines, “abunda el solo y el contrapunto”.

Derroche físico

Brooke Smiley es una de las bailarinas que se mete bajo la ‘piel’ de una de esas azafatas androides en ‘2047’. Un trabajo “de enorme exigencia física” que la obliga a “desprender cualquier tipo de emoción o expresividad”, señala. “Me llego a sentir como una máquina, pero al final te das cuenta de que el trabajo de Pablo ha sido crear una metáfora sobre la sociedad actual. Somos hombres y mujeres tecnificados; dependemos de la tecnología hasta convertirnos en seres-máquina”, señala.

El mayor reto para los bailarines, explica Smiley, es “lograr comunicarte con el resto y con la escena sin expresividad ni emociones. Hay que disfrazarlas, pero al final todo es mucho más intenso porque todo ha de expresarse a través de los movimientos”.

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