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sábado, 14 de agosto de 2010

Libros: El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

EL DR. JEKYLL Y MR. HYDE (1886), DE ROBERT LOUIS STEVENSON

El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde fue escrito a finales de 1885 en Bornemouth. Robert Louis Stevenson, de 35 años, estaba en cama, recuperándose de su última crisis pulmonar -por aquel entonces ignoraba que nueve años más tarde la tuberculosis le acabaría venciendo. En su postración había tenido un sueño revelador: había imaginado una historia de terror protagonizada por un individuo de personalidad doble que sembraba el pánico por las calles de Londres.

A su esposa Fanny el relato no la convenció. Consideraba que la trama daba para mucho más que para una simple historia de terror, y que las implicaciones morales podían llevar a hacer una novela donde se abordaran aspectos más profundos de la condición humana. Después de mucho resistirse, Stevenson decidió rehacer el relato y centrarse en la problemática interna del protagonista, y no tanto en sus actos macabros. El resultado fue el manuscrito inicial de El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El acierto del nuevo enfoque fue total, la Sra. Stevenson mediante.

Para entender algunos aspectos de la novela, como la dualidad del protagonista, algunos críticos han hecho notar la influencia que sin duda tuvo sobre Stevenson su Edimburgo natal. La ciudad escocesa, aquellos primeros años del siglo XIX, era en realidad dos ciudades en una: por un lado había la Edimburgo de la New Town, la de los barrios respetables, religiosos y bienpensantes, y por otro había la Edimburgo de la bohemia, los burdeles y la delincuencia. El contraste de una respecto a la otra fue lo que, en opinión de algunos críticos literarios, despertó en Stevenson la fascinación por el tema de la dualidad de la naturaleza humana y le dispensó los materiales con los cuales construir la historia de Jekyll y Hyde.

De todas formas, parece que la idea de Stevenson no era del todo original. Los estudiosos se han encargado de buscar -y encontrar- todo tipo de precursores a la historia del Dr. Jekyll, desde el cuento de E.T.A. Hoffman El elixir del diablo (1816) hasta El caballero doble (1840) de Theophile Gautier, pasando por Las memorias privadas de un condenado (1824) de Thomas Jefferson o el William Wilson (1839) de Edgar Allan Poe.

A parte, nos permitimos apuntar también nosotros que la personalidad del ficticio Dr. Jekyll no era ninguna irrealidad esos años. Como testimonio de ello tenemos la misma vida del desventurado Edgar Allan Poe: "Él fue el primero de aquellos seres desdoblados, de aquellas naturalezas escindidas, de aquellos espíritus mitad pensamiento y mitad sentimiento que constituyen la problemática creación literaria de toda la época", nos dice Arthur Moeller.

El Romanticismo se encargó sobradamente de construir doctores Jekyll, individuos melancólicos, pesimistas, de sensibilidad extrema y proclives a la locura y al suicidio. Individuos como S.T. Coleridge, Lord Byron o Percey y Mary Shelley en Gran Bretaña, o Novalis, Hölderlin o Goethe en Alemania.

Con la losa de su tuberculosis a cuestas, Stevenson hizo un descenso temático a los infiernos más profundos y temidos para los escritores y lectores de la época victoriana: la perversión, el pecado, la culpa, la maldad, la dualidad de aquella sociedad de las apariencias, etc. "Y así consiguió asomarse a la miseria y a la grandeza humanas, para mostrar la verdadera cara del hombre, que tantos rasgos tiene de bestia", dice Marcelo di Marco.

El Dr. Jekyll -que suena casi como “je kill”, es decir, “yo asesino” mitad en francés mitad en inglés- sería la cara del hombre y Mr. Hyde -en inglés el verbo “to hide” significa “ocultar”- sería la bestia que se esconde detrás. "Todos los hombres del mundo son una mezcla del bien y del mal, y Edward Hyde, solo, entre los hombres del mundo, era el puro mal", leemos en el libro.

Escindido en dos mitades, resultaba que una, la original, era el Dr. Jekyll, donde habitaba, como en todos los hombres del mundo, el bien y el mal; la otra mitad, llamada Mr. Hyde, era, en cambio, pura maldad. Y ante los remordimientos y la infelicidad de la mitad original, observamos como la mitad mala y homicida, aquella que actúa según su voluntad sin escuchar a razones o convenciones, es plenamente –terriblemente- feliz. En el fondo, vendría a decirnos, todos deseamos liberar a nuestro Edward Hyde.

Y la llave de las cadenas que sujetan al monstruo es un brebaje, una poción mágica que el Dr. Jekyll ha inventado en su laboratorio. Después de bebérsela nos dice: "Mi demonio, que había estado encerrado durante un tiempo, salió rugiendo". Podemos ver en este elixir una referencia a la importancia que tenían las drogas en aquella generación romántica inglesa: su consumo era usado como estimulante del sueño, de visiones terroríficas, y estaba en perfecta sintonía con una tendencia que reflejaba el ambiente de una época fascinada por la exploración del subconsciente a través del sueño. Ya nos decía Vladimir Nabokov que en nuestra novela incluso las cámaras subterráneas y los corredores donde habitaba Edward Hyde hacen pensar en el laberinto del mundo del subconsciente. Eso que Antonio Machado llamaba las “galerías del alma”, cuando cantaba: "Y era el demonio de mi sueño, el ángel más hermoso...".

Daniel Genís Mas
publicado originalmente en catalán 
en noviembre de 2005 en la revista Mira’m

Texto tomado de: http://www.tumbaabierta.com. Enlace a la publicación original: http://www.tumbaabierta.com/literatura/066_drjekyllymrhyde.php



El autor: Robert Louis Balfour Stevenson


Robert Louis Balfour Stevenson

Robert Louis Balfour Stevenson (Edimburgo, Escocia, 13 de noviembre de 1850 – Upolu, Samoa, 3 de diciembre de 1894).
Es autor de algunas de las historias fantásticas y de aventuras más populares, como La isla del tesoro, El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde o La flecha negra adaptadas para niños y llevadas varias veces al cine en el siglo XX. Fue importante también su obra ensayística, breve pero decisiva en lo que se refiere a la estructura de la moderna novela de peripecias. Fue muy apreciado en su tiempo y siguió siéndolo después de su muerte. Tuvo continuidad en autores como Joseph Conrad, Graham Greene, G. K. Chesterton, H. G. Wells, y en los argentinos Bioy Casares y Jorge Luis Borges.
Proveniente de una familia americana, Robert pasó una infancia feliz y despreocupada. Debido a la marchita salud de su madre no cursó estudio alguno durante su niñez. Ésto hizo que a la edad de 8 años fuera totalmente analfabeto. Durante su adolescencia, Robert acompañó a su padre en sus frecuentes viajes, lo que le inspiró en algunas de sus obras.
Ingresó en la Universidad de Edimburgo como estudiante de Ingeniería Náutica. Sin embargo, la elección de la carrera fue más por la influencia de su padre, que era ingeniero, que por gusto propio. Ésto le llevó al abandono de la ingeniería en pos del estudio de las leyes. En 1875 empezó a practicar la abogacía. Tampoco tuvo una carrera brillante en este campo, ya que su interés se concentraba en el estudio de la lengua.
Enseguida aparecieron en él los primeros síntomas de la tuberculosis e inició una serie de viajes por el continente. En 1876, a los 26 años, en Grez (Francia) conoció a Fanny Osbourne, una norteamericana que le llevaba diez años. Fanny estaba separada de su marido; con su hija Belle y sus hijos descansaba y pintaba. Stevenson y Fanny se enamoraron. Publicó su primer libro en 1878. Ella partió a California, para tramitar su divorcio, y Stevenson la siguió, un año después. Se casó con ella en 1880, a los 30 años. La pareja vivió un tiempo en Calistoga, en el Lejano Oeste. Escribió historias de viajes, aventuras y romance. Su obra es muy versátil: ficción y ensayo, etc.
A partir de ese año, la salud de Stevenson comenzó a empeorar. El matrimonio se mudó a Edimburgo, luego a Davos, Suiza, y finalmente se instaló en una finca que el viejo Stevenson les regaló, en el balneario de Bournemouth. Tres años más tarde partieron a Nueva York, donde Stevenson hizo amistad con Mark Twain, autor de Las aventuras de Tom Sawyer. Tras una breve estadía en San Francisco, deciden realizar un viaje hacia las islas del Pacífico Sur, donde finalmente se establecen con los hijos de Fanny, la hija de ésta, Belle, y la señora Stevenson (el padre del novelista había muerto para entonces). No es precisamente un rechazo furioso de la civilización: la casa del matrimonio es confortable; la relación de Stevenson con los aborígenes —que lo bautizan como Tusitala, ("el que cuenta historias")— es cordial, pero política: de hecho, el escritor toma partido por uno de los jefes locales contra la dominación alemana del archipiélago y escribe en la prensa británica sobre la penosa situación samoana. Escribió también una conocida carta abierta, la Defensa del Padre Damián en Sydney, Australia, el 25 de febrero de 1890, contra al reverendo Dr. C. M. Hyde, de Honolulu, en Hawái.
Murió en 1894 de un ataque cerebral. Un año antes, relató en una carta: "Durante catorce años no he conocido un solo día efectivo de salud. He escrito con hemorragias, he escrito enfermo, entre estertores de tos, he escrito con la cabeza dando tumbos". Era conocida su afición al alcohol, lo que le había acarreado diversos problemas de salud. Su cuerpo fue enterrado en la misma isla, en el monte Vaea.

Fuente: Wikipedia.

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